Antes de ingresar en las Juventudes Hitlerianas, los muchachos alemanes de entre diez y catorce años quedaban encuadrados en la Jungvolk, donde se iniciaba el adoctrinamiento que debía convertirles en una pieza más de la maquinaria totalitaria del Tercer Reich. Uno de estos jovencísimos miembros de la Jungvolk, Wilhelm R. Gehlen, ha dejado testimonio escrito de sus extraordinarias vivencias durante la Segunda Guerra Mundial. A través de los ojos del pequeño Will, el lector podrá revivir el orgullo de los alemanes ante las primeras conquistas de la Wehrmacht, el efecto de las mentiras urdidas por la propaganda nazi, la decepción producida por el desastre de Stalingrado y la resignación ante la derrota final. Pero sus memorias suponen también una visión peculiar de la conflagración, convertida ésta en un aliciente de sus juegos infantiles.
Sus andanzas como improvisado artillero antiaéreo y mensajero bajo el fuego de los cazabombarderos, o tras las líneas enemigas durante la Batalla de las Ardenas, emocionarán al lector como si de una novela de aventuras se tratase, ofreciendo el obligado contrapunto a la tragedia de la guerra.