Julián descubre un espejo viejísimo en el patio de su casa. Pateando la pelota contra él, se dará cuenta de que el espejo es un portal a otra realidad: una mucho más interesante que la propia. Su perro intentará detenerlo y, al cabo de varios intentos de meterse en el espejo detrás de él, acabará por romperlo. Mientras Julián viaja por un mundo extraño, el perro intenta explicarle a sus padres la gravedad del asunto, pero nadie le cree porque los perros no hablan.