La filmografía de los hermanos Coen ha estado unida, desde «Sangre fácil» (1985), a la revisión de los géneros cinematográficos, ya sea el cine negro en sus más diversas vertientes —cine de gánsteres («Muerte entre las flores»), cine policial («Fargo»), cine de detectives («El gran Lebowski»), cine carcelario («O Brother!»)—, ya sea la comedia («El gran salto»), el cine de espías («Quemar después de leer») o el western («Valor de ley»). Sobre todos ellos han posado Joel y Ethan su particular mirada (aderezada de un inigualable humor y una tendencia a lo grotesco cada vez más depurada) con la intención de buscar el sentido oculto tras las apariencias y desvelar la cara amarga del sueño americano que el cine de su país se encargó de alimentar. Siguiendo esta deriva, su cámara ha recorrido toda la geografía de los Estados Unidos desde Texas y Arizona hasta el Misisipi o Minnesota, pasando por Washington y Nueva York, dejando a su paso una inolvidable galería de personajes y de películas no tan heterogéneas como pudiera parecer a primera vista.