Todas las personas estamos hechas de jirones, de trozos, de cachos de cortezas de un cuerpo ingente, que rezuma por sus poros copos en forma de versos, de historias, fábulas en definitiva, cuya moraleja no es otra que el acopio de conocimientos fruto de las rutinas de la propia existencia.
Jirones de mi tierra tiene un largo recorrido, que empieza en la temprana edad de la niñez y camina hasta nuestros días. Son historias que han estado dormidas, horas, días... años, en la oscuridad de cajas de cartón o en carpetas soterradas entre papeles en desuso.
Hoy ven la luz, salen a tomar el sol numerosos personajes, actores de teatro, personajes fantásticos, poetas que declaman sus versos y critican al sistema por la falta de atención a la tierra que les vio nacer. Y pensamientos prisioneros en una mente tímida, tal vez atenazada.
Jirones de mi tierra, en suma, tiene los alicientes para contentar a todos los lectores, mayores o pequeños; amantes de las aventuras o de la poesía, y como no, del pensamiento. Les presento una antología hecha desde el corazón.