La obra de Ingmar Bergman fuerza a la admiración. A lo largo de una carrera de unos cincuenta largometrajes realizados entre 1945 y 2003 (sin contar su infatigable actividad como director teatral), no deja de trasladar al oficio sus obsesiones íntimas, sus fantasmas, que perturban la representación de la realidad, sus personajes devorados por una culpabilidad que tortura cuerpo y alma, su lucidez para auscultar la pareja, que se seduce y luego se desgarra, su angustia ante el silencio de Dios, su búsqueda caótica de una redención. El séptimo sello, Fresas salvajes, Pasión, Como en un espejo, tantas obras maestras en una obra que traduce una capacidad sin par para expresar sentimientos.