“Frankenstein” es un clásico que tenía pendiente hace tiempo y cuya lectura no me ha defraudado. Desde la interesante Introducción –en que se cuenta cómo se forjó la historia, las veladas veraniegas en 1816 de un grupo de amigos leyendo libros de terror y la propuesta de escribir un relato de esa temática, con la sorprendente creación de una jovencísima Mary Shelley de 18 años– y las primeras cartas, la trama me ha tenido en vilo hasta el final.
Aunque se enmarca dentro del género gótico, se trata de una novela epistolar en la que se recogen las cartas que R. Walton escribe a su hermana Margaret, pero el texto comprende en realidad un encadenamiento de relatos y narradores muy logrados. Primero leemos sobre la expedición de Walton al Polo Norte; en cartas posteriores el hermano describe las extrañas circunstancias en que conoce a un individuo al borde de la muerte y cómo su aprecio por él aumenta día a día. Finalmente el moribundo, V. Frankenstein, decide narrar sus terribles desventuras a Walton; desgracias entre las que toma también la palabra el "monstruo" que da fama a la novela e intercala su confesión particular.
En mi opinión está muy bien escrita, con una prosa bella y largas descripciones de la naturaleza. Tiene un estilo algo romántico y ensalza valores como la amistad y la honradez, y critica otros como la ambición desmedida y la soberbia. Aunque no deja de ser literatura fantástica, es curioso como, publicada hace 200 años, cuestiona ya los límites de la ciencia, tema muy actual hoy en día.
En resumen, novela más que recomendable sobre dos personajes atormentados –creador y creación–, cuya lectura provoca sentimientos encontrados e invita a los lectores a reflexionar y a filosofar. Me ha gustado mucho.