Fede, el cordero, tiene la lana rayada de rojo y blanco. Es diferente y le sienta bien. Al margen de esto, es feliz. Una mañana se deja tentar por algo y termina en una ciudad donde, inexplicablemente, se siente atraído por extraños objetos (todos rojos y blancos). Tras un largo viaje, encuentra por fin su lugar junto al mar, cerca de un faro — rojo y blanco — que le baña con sus agradables destellos intermitentes, a la luz de la luna.