Al calor de la crisis son muchos los mitos que han empezado a desvanecerse en España. Si el crédito de la Unión Europea ha bajado muchos enteros, otro tanto cabe decir del modelo político articulado en virtud de la transición iniciada treinta años atrás. Las señales del milagro español —una mezcla de mitología europeizadora, imposiciones neoliberales, férreo atlantismo y nacionalismo de Estado— han empezado a diluirse en la nada. Así las cosas, cada vez se hace más evidente que la octava economía del mundo pierde muchos puestos en el escalafón cuando se consideran el gasto social, las desigualdades, las agresiones medioambientales o la miseria que rezuman los proyectos acariciados por nuestros gobernantes.