Un importante productor, Jorge Millán, el escritor de renombre Pablo Arroyo, la inasequible diva de Hollywood Sara Vaccaro, su agente Fabiani, y Antonio, un asesino de verdad en ese mundo de mentira, muestran sus posiciones de poder y fama sobre el resto de la sociedad. Se dibuja así una realidad partida en dos: el éxito y la mediocridad, lo que ya se sabe -lo de siempre- y lo que los jóvenes quisieran y podrían ofrecer, los hijos de los ricos, allí en sus fiestas, y los hijos de los pobres, allí en otras fiestas. En cualquier caso todos han llegado tarde al reparto del pastel y ya solo pueden «hacer como que estamos vivos», amarrarse a lo que quiera que tengan a mano para subsistir: «con un beso, con oraciones, con la punta de una pistola, con una raya de coca, con un videojuego o con el palo de una escoba..., hacemos cualquier cosa para sentirnos seguros».