Después de su ruptura con Freud en 1913, Jung vivió durante meses una intensa experiencia de introversión. Los escritos de este periodo, enriquecidos constantemente con caligrafías e ilustraciones, constituyen el famoso Libro Rojo. En el corazón de este conjunto, los Siete sermones a los muertos anuncian ya la futura obra del gran psicólogo. Sin embargo, más allá del psicoanálisis y su fundador, lo que Jung también cuestiona es el cristianismo, aquel de su propio padre, de los dogmas y de la institución. Ni como sepultero ni como fundador de las religiones, el médico de Zúrich siente la necesidad vital de elaborar su mito personal abriéndose a su propia visión y, en resumen, participando en lo que más tarde llamará su camino de individuación. En este magistral análisis, Christine Maillard descifra y comenta el lenguaje inspirado de los Siete sermones a los muertos, mostrando la asombrosa génesis de sus grandes conceptos al escuchar lo imaginario e iluminar así, con nueva luz, la inmensa riqueza de pensamiento de Jung.