Otra decepción de libro. Creo que el autor ha desperdiciado la oportunidad de hacer una interesante novela ambientada en la época en que Augusto se estableció en Tarraco y la encumbró hasta llegar a ser una de las ciudades más importantes del mundo romano, y en cambio, se ha limitado a desarrollar una historieta sencilla, que no tiene mucho interés (al menos por mi parte). Es una novela que aporta poco, lo más interesante ha sido ir identificando las antiguas calles de Tarraco dónde transcurre la historia y localizarlas en las actuales, y eso interesa a poquitos, casi exclusivamente a los tarraconenses que las pisamos cada día. También me ha influido mucho el hecho que simultáneamente leía a Saramago, y las comparaciones son odiosas... Que mal me sabe dar malas críticas, pero esto es lo que opino, y también me sabe mal desanimar a nadie a leerla, quizá a lectores menos exigentes les guste, como mínimo su lectura puede servir para pasar el rato, así que no quiero desaconsejar a nadie la lectura de este libro, porque "no hay libro malo que no tenga algo bueno" (creo que fue Plinio el Viejo quién dijo esta frase, más tarde recogida por Cervantes en su Quijote).
hace 11 años