Cuando Lance Armstrong confesó públicamente su dopaje en un programa de máxima audiencia, se ponía fin a la época más oscura del ciclismo, el final de la década de los años noventa y el arranque del siglo XXI, cuando un deporte entero se convirtió en una trama de tramposos y los médicos que les surtían de las sustancias dopantes, cada vez más sofisticadas. Una época que tuvo a Armstrong como símbolo y a Gerona como capital, con médicos y ciclistas españoles muy comprometidos. En "El rastro de la mentira", la implacable crónica de esos años, Guillermo Ortiz desvela los orígenes, el funcionamiento y la dimensión del fraude en que vivió el ciclismo durante más de quince años.