Posee la fuerza de toda historia verídica que es contada en primera persona. Es como meterse en la piel de una víctima de la represión judía y vivirlo a tiempo real. Y para más inri, la perspectiva es la de una niña que desprende vitalidad por los cuatro costados. Con sus amores, ilusiones, planes y proyectos de vida todos ellos prematuramente truncados. A pesar de todo, el libro tiene la gran virtud de no ser un libro triste como tal, ocurre como con la película de "la vida es bella", para contar una historia con un trasfondo dramático no es necesario mantenernos angustiados durante todo el relato. El formato de diario con respecto a una novela resulta menos fluido, pero le da un toque de naturalidad y credibilidad muy potentes. Por último decir que como pasa con muchas otras guerras y genocidios donde mueren multitud de personas, frente a dar cifras globales o datos impersonales, a veces la forma más potente de transmitir el drama es reducirlo a una persona en concreto, con nombre y apellidos, una manera de humanizarlo y lograr sensibilizarnos al máximo, como ocurre en este caso.
hace 9 años
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