No tuve la sensación de estar leyendo una novela, sino un cuento muy original, bien narrado y muy recomendable. Sentía que esta historia podía ser perfectamente una de las muchas que los abuelos contaban en los duros inviernos centroeuropeos a la lumbre de las cocinas y las chimeneas; tiene todos los condicionantes de un cuento popular: momentos fantasmagóricos, misteriosos, religiosos, románticos, parajes malignos, incluso hasta los nombres genéricos de los protagonistas (el ladrón, el caballero sueco).
hace 9 años