A menudo los científicos lo son únicamente por trabajo, y cuando cuelgan la bata en el laboratorio y vuelven a casa dejan de aplicar en su vida diaria los principios estrictos que han regido su trabajo del día. Es la diferencia entre ser un científico de profesión y mirar la vida desde una perspectiva científica. Monod, en este librito, lleva el pensamiento científico a sus últimas consecuencias, desarrollando una filosofía de, en especial, el fenómeno de la vida, pero también del universo y del hombre, basada únicamente en lo que el método científico puede aportar a nuestro conocimiento. Se puede estar en desacuerdo con este punto de vista - si se quiere - radical, pero no puede negársele su honestidad intelectual. A mí me tambaleó hasta casi los cimientos. Debería ser libro de cabecera de cualquier escéptico religioso que se precie de serlo y también leído con detenimiento por todos y cada uno los fundamentalistas religiosos, para bajarles los humos.
hace 15 años