Talia llora en el parque porque ha gritado a su madre que no la quiere y que es mejor que se vaya. Un anciano le sugiere que vaya al almacén de las palabras terribles, donde quizá encuentre una solución. Allí conoce a Pablo, un chico que se ha peleado con su mejor amigo y también busca un remedio. Unos guías les irán enseñando que las palabras pueden utilizarse como una flor o como un cuchillo. Mientras, la familia de Talia se entera de que ha sufrido un accidente en un tranvía y se encuentra en coma, al igual que otro chico. Al final, Talia cree haber aprendido y reflexionado lo suficiente como para volver con su familia. Pablo lo hará algo después. Ahora se siente capaz de explicarle a su madre lo que sentía. Todos intentan hablar de lo que les sucede y tratan de resolver sus problemas.