El prometedor inicio de una saga con el innegable perfume de los grandes clásicos del género.
¿Qué entendemos coloquialmente como “épica”? Si nos atenemos a su etimología griega, épica significa canto, y como tal, es una narración lírica, idealizada y porqué no decirlo, bellamente coreografiada de la historia; pero no de la historia real, con su frialdad numérica y su asepsia casi cientifista; no, hablamos de otra historia: la forjada con sangre, sufrimiento, violencia y en muchas ocasiones, pasión y amor desesperado... en una palabra, la épica es emoción.
Óscar Gende logra lo que pocos: emocionar. Sirviéndose de los ingredientes canónicos de la fantasía de espada y brujería, logra crear un universo propio, individual e identificable, que bebe de fuentes como Saprowski o George.R.R. Martin, así como de autores más eminentemente históricos como nuestro Santiago Posteguillo, sin perder en ningún momento, un ápice de originalidad. Esta frescura, este meandro dentro de este género ya especialmente trillado consigue algo que suele darse en escasas ocasiones en estas novelas de amplias miras y aliento monumental: entretener. Y es que, sus Crónicas Eturias son maravillosamente disfrutables y deslumbran, no solo por su fluidez narrativa, si no también por el perfecto y milimetrado desarrollo de sus personajes: héroes y heroínas con aristas y claroscuros; seres adultos y contradictorios, alejados de maniqueísmos y estereotipos que reflejan lo que en el fondo todos sabemos: que en ocasiones, el bien y el mal, conviven en sutil armonía en el cambiante e inconstante corazón humano.
Aunque sus páginas nos ofrecen una perspectiva esteticista de la guerra, no son ajenas al sentido real de la misma, esto es, su utilidad como mero instrumento, a veces de conquista, a veces de intimidación, pero sobre todo, como vía de manipulación afín a unos intereses sesgados.
Esta obra es un primer paso, el magnífico preámbulo de una saga que promete obsequiarnos con una trama de una vastedad, que esperamos sea cuasi oceánica.
Luces y sombras se despide con un alentador Continuará…, que nos hace sentir que este primer escalón de la novela es el umbral de una puerta que se abre ante nosotros ofreciéndonos la visión de un mundo nuevo e inexplorado… salgamos al exterior y caminemos, siempre confiando en que, el gran dios Eturión nos guíe en nuestro camino. (José María Durán, 22 de abril de 2024)
hace 8 meses