La música no entiende de idiomas ni fronteras. Es tan poderosa que puede provocar tanto una sonrisa, como un dolor muy agradable para aquel que la disfruta. La música no entiende de personas, pero sí de almas. La joven Liesl vive una aburrida y monótona existencia con su familia en una pequeña aldea de montaña. Es eclipsada por su hermana en belleza y por su hermano en talento. Pero a ella poco le importa estar en la sombra si es por el bien de su familia, aunque hay una espinita que no puede quitarse por mucho quequiera: que sus composiciones hayan quedado en el olvido. Ama la música por encima de todo y solo ha habido alguien capaz de apreciar su entrega y su don natural, alguien especial y misterioso que pertenece a su infancia: Der Erlkonig o El Rey de los Duendes. Un ser que puede cambiar el sino de los demás según su antojo y sus intereses; un ser medio humano-medio duende; un ser fascinante y peligroso a la vez. Der Erlkoning atraerá a Liesl al mundo subterráneo con dudosos propósitos y buscará la forma de conseguir lo que desea con engaños y juegos oscuros que Liesl deberá seguir para encontrar aquello que más desea. ¿Pero es la música lo que realmente ama? Y ¿es el Rey de las Fechorías tan despreciable como en un principio creyó? La magia se mezcla con la fea realidad, el invierno con la primavera… y la música no deja de sonar. En todas sus páginas, Canción de invierno nos hace sentir el hermoso sonido de los violines, nos adentra en el Mundo Subterráneo para conocer a sus traviesas criaturas y nos lleva al límite de la pasión entre dos jóvenes que no han elegido las vidas que les gustaría llevar. Con claros tintes de Dentro del laberinto, La bella y la bestia y El flautista de Hamelín, este cautivador relato nos subyuga nada más aparecer la figura de Der Erlkoning, inocente, austero, gélido. Aún a pesar de repetirse y enrevesarse en algunos momentos de la trama con los sentimientos de los personajes y dejar algún punto por esclarecer, la historia, perfectamente descrita y con una prosa absorbente, alimentará la fantasía del lector, el cual deseará que la canción continúe y que Der Erlkonig vuelva a aparecer de su mundo subterráneo para acariciar su violín una última vez. (Diana Arrufat, 16 de mayo de 2018)
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