El dúo responsable de Los lobos de la pared (Astiberri, 2004) vuelve con otro caótico libro de imágenes en el que un hombre, agraviado por la forma en que una niña observa su extravagante peinado, le explica en una serie de rimas, crecientemente ridículas, todas las cosas que se pueden encontrar en las guedejas que surgen como remolinos de su cabeza. Cada página es un auténtico festín para la vista, con grandes matas de pelo pobladas por todo tipo de elementos extraños como carruseles, navíos piratas, pulpos azules u osos comedores de peines en frenético batiburrillo