La magnificencia de la película producida por Wyler me empujó mucho a leer la obra de Wallace de manera que estoy satisfecho de las partes tanto literaria como cinematográfica. Ambas dan el ancho sin lugar a dudas, no obstante, he de centrarme únicamente en los aspectos textuales para una profundización sobre la novela de Judá ben Hur, hombre cuya vida es intervenida por la influencia de Jesucristo. Se sabe que Wallace optó por escribir esta novela, tras un diálogo con un agnóstico en el tren, para profundizar más el sentido misterioso de la fe cristiana. Wallace orienta al lector desde la perspectiva de un judío adinerado, ben Hur, cuya amistad posteriormente truncada con Messala – amor platónico de Tirzah hermana de Judá –, refleja a una sociedad romana donde sus huestes sanguinarias se rigen por la ambición de expandir el imperio. Para que una novela histórica funcione, no necesariamente requiere de la invención de personajes ficticios, sino que se muestre empapada de documentación mostrada en las páginas de una forma sutil. Es decir, no raya en la presunción de mostrar lo investigado solo está circunscrito en darle autenticidad al universo literario, además, respetar en todo momento lo que ya está historiado sin necesidad de alterarlo para ajustarlo a la trama ficticia. La solidez en el desarrollo de los personajes y en cómo atraviesan sus peripecias son auténticas si no es que deliciosas en la lectura. Debemos poner también en contemplación la influencia de Jesús, en su facultad curativa y en la firmeza de palabra teniendo de forma implícita influencia en la sociedad. Cabe advertir que una vez iniciada la lectura, es todo un reto frenarla y por lo mismo colocan a “Ben – Hur” como una de las novelas más vendidas, que ha seguido y seguirá presente en las librerías por largos años debido a su fama.
hace 3 meses
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