«He tenido el proyecto de buscar los lugares decisivos del pensamiento filosófico, encontrando que la mayor parte de ellos eran revelaciones poéticas. Y al encontrar y consumirme en los lugares decisivos de la poesía me encontraba con la filosofía.» Esta declaración de María Zambrano resume una de las claves que dieron a luz su pensamiento, dedicado a indagar el trasfondo común de filosofía y poesía, la escisión y el conflicto entre ambas —signo de la historia occidental— y el horizonte desde el cual vislumbrar su reconciliación: la razón poética mediadora. Antes de su muerte, María Zambrano había planeado reunir en un libro los escritos, publicados e inéditos, en los que trataba de la relación de la poesía con la filosofía, la religión y la historia, y, muy especialmente, los consagrados a los poetas en los que ella veía realizada la síntesis entre pensamiento y poesía, esos «lugares» en que se nos muestra cómo se dan las intuiciones poéticas que hacen filosofía. Desde Cervantes y Juan de la Cruz hasta la generación española del 50 y otros poetas contemporáneos hispanoamericanos, la pensadora se detiene especialmente en algunos integrantes, cercanos a ella, de las generaciones del 98 y del 27, como fueron Antonio Machado, García Lorca o Emilio Prados.