Quizás este autor todavía no sea muy conocido, pero aunque resulte paradógico, esta situación puede llegar a convertirse en toda una muestra de que nos encontramos ante un poeta de raza, o todo un pura sangre, en palabras del laureado poeta valenciano Ángel Padilla.
¿Por qué? Pues fundamentalmente, y siguiendo sus propias palabras, porque si la fama o la popularidad te sonríe antes de los veinticinco años, esto es y será por pura casualidad, y más cuando los labores sociales, humanitarios e incluso ecológicos han dejado de estar en el candelero, mientras occidente se regocija en sus propias necesidades creadas, por seguir el discurso del poeta.
No es de extrañar pues que el contenido del libro verse sobre el sufrimiento y el dolor de un ser humano que ha perdido el rumbo en esta sociedad de plástico, y lo que es peor, se ha olvidado de buscar su posible esencia en un entorno natural, muchas veces aplastado por las ciudades en las que vive y anhela el precio de su sonrisa.
Es evidente que para transmitir esto, y en consecuencia tratar temas como el miedo y el egoísmo, así como sus porqués; pudo haber elegido el ensayo. Sin embargo, la opción de la poesía siempre, y según sus palabras, es y será la más adecuada, y más aún cuando se pretende dar una perspectiva en cuarentena sobre temas sectarizados por el avance y ritmo de vida de la sociedad occidental.