De este libro se ha dicho muy acertadamente:
“Con estos versos palpitantes en las manos, sólo nos queda palparnos con intensidad y beber de ellos para nutrir nuestras pupilas.”
En palabras de Alberto García Teresa, crítico literario.
“Calipso” pretende ser un lienzo de la sociedad actual, mostrando de un modo directo y visionario, el resultado del desarrollo del pensamiento humano sobre una sociedad artificial, convirtiéndose este en la proyección de un sistema productivo y económico que le impide hacer otra cosa que la de buscar el recreo, lucro o una diversión subordinada a esta alienación social, donde el ocio pasaría a ser el placebo irónico de un marco esclavista. El hecho de sólo tener una vida que conozcamos y entregarla directamente a algo, no sólo ajeno a ella, sino que ella misma rechaza, se convierte en algo tan utópico como real: esta es la tragedia en la que vivimos y que “Calipso” sólo trata de mostrar desde la subjetividad del autor. Este poemario se convierte así en prólogo de una serie de poemarios y obras teatrales próximamente a la venta como son “Alambradas”, “Sahara”, “Bajo las horquillas del fénix”, “Hipnosis” o “ La llave” en los que se busca no sólo describir, sino descubrir los porqués y sugerir posibles respuestas o salidas desde la postura de un poeta más evolucionado y maduro. Señalemos que “Calipso” recoge la poesía de Rivera entre los quince y los veintidós años, convirtiéndose así en base absoluta de su producción actual y anteriormente reseñada. El poeta valenciano Ángel Padilla pronunció que “la historia se buscará futuramente no sólo en los libros de ensayo, sino principalmente en la poesía” para proseguir diciendo que “Calipso”, no es más que “la voz más auténtica al servicio la historia que nos ha tocado vivir”. Es Alberto García Teresa quien prologa este libro definiéndolo como “Una potencia sin parangón […] que busca reafirmar la vida en un entorno en el cual se estratifica, se desprecia y se pisotea”.
De este libro se ha dicho muy acertadamente:
“Con estos versos palpitantes en las manos, sólo nos queda palparnos con intensidad y beber de ellos para nutrir nuestras pupilas.”
En palabras de Alberto García Teresa, crítico literario.