En 1917 dos niñas de un pueblo de Inglaterra declararon haber visto hadas y, para demostrarlo, presentaron unas fotografías que causaron una conmoción tal que, a partir de ese momento, numerosos expertos y especialistas las usaron para defender sus teorías. Uno de los que opinaron más vehementemente fue Arthur Conan Doyle, entonces conocido ya por sus novelas policíacas, quien se lanzó, cual inspector en caso rutinario, a reunir pruebas que documentaran el caso. Naturalmente que Conan Doyle deseaba brindar al público general pruebas a favor de las hadas. El escritor que, tras la trágica muerte de varios de sus familiares, había abandonado el catolicismo para hacerse confeso del espiritismo, juntó todos los testimonios posibles, desde cartas, las propias fotos, declaraciones de gente y teorías teosóficas, para mostrar al lector las pruebas de un fenómeno sin duda sorprendente. Que este fenómeno tan extraordinario pudiera captarse a través de la tecnología que brindaba la cámara fotográfica, resultaba algo que confirmaba el poder de la ciencia, tan defendido por los teóricos y practicantes de diversas religiones y concepciones alternativas. Este delicioso libro no solamente presenta pruebas de la existencia de las hadas, sino que establece, en función de las pruebas objetivas, como llama Conan Doyle a sus entrevistados, toda una tipología de seres maravillosos.