Dos obsesiones recorren y vertebran esta apasionada reflexión sobre la naturaleza humana que es Panóptico: la presencia física del mal en el mundo y la imposibilidad de definir un límite estable entre cordura y locura. Ambientada en un difuso paraje centroeuropeo (el influjo de artistas como Egon Schiele, Bruno Schulz o el propio Thomas Mann resulta evidente en la recreación escénica), la acción de esta novela sobre la fragilidad de toda certidumbre nos presenta el enfrentamiento entre dos hombres solitarios, antagonistas en lo que se refiere al lugar que ocupan en el mundo pero hermanados por una trama de enfermedad, sueño y muerte. Las peripecias en la Casa de los Zurdos del mendigo Winter y su psiquiatra Westenra, siervo y señor enredados en una dialéctica confusa y a menudo cambiante, constituyen así una invitación a reflexionar acerca de la tiranía ejercida sobre el individuo por quienes detentan ciertas formas de poder que, en palabras del propio autor, enmascaran siempre “la infección del utilitarismo”.