"Estás entrando en un mundo como el tuyo. Habrá algunas cosas que te extrañen, pero es posible que se deba no a que son nuevas, sino a que te has acostumbrado tanto a ellas que ya no las ves." Es un mundo que parece a punto de desmoronarse, como el tuyo. Y en él tiene que sobrevivir Alegría, una joven cuya sangre es particularmente valiosa, porque ni enferma ni envejece. De ello se ha dado cuenta Cástor, un político en horas bajas que sabe que tiene que ofrecer algo nuevo, algo con lo que volver a ilusionar a sus votantes. Pero también el Loco ha descubierto que la sangre de Alegría es especial; y le ha prometido a la Santa Muerte, de la que es adorador, que va a acabar con esa sacrílega que podría vivir para siempre. Pero atención: "esto no es una novela de aventuras. No habrá en ella acciones heroicas, ritmo trepidante, finales rocambolescos". Las cosas suceden como te suceden a ti, sin música dramática, sin primeros planos. Las cosas suceden, eso es todo. Y lo más importante a veces pasa desapercibido. Hay violencia, sí, pero, si te fijas bien, violencia hay en todas partes. Estamos rodeados por ella. Y AM -¿por qué se llama AM?- vigila desde ese apartamento que ha ocupado en el piso quince de un rascacielos, cerca del puerto. AM vigila y se pregunta cómo sacar a Alegría del lío en el que está metida. Él conoce la ciudad, las zonas seguras y las zonas marginales, los laberintos subterráneos y a sus habitantes; colabora con el misterioso (¿subversivo?, ¿terrorista?, ¿poético?) Ejército de las Sombras. AM piensa continuamente, anota lo que piensa. Y sabe que apenas queda tiempo para actuar. Aunque, como él mismo dice, el tiempo es un invento de los poderosos. Todo está ocurriendo ahora.