Resumen

Miguel regresa desde la universidad estadounidense en la que trabaja hasta la huerta y casa donde se crio, y que con tanto esfuerzo levantaron sus padres, cerca de una pequeña ciudad de provincias. Lo hace solo temporalmente y a regañadientes, reclamado por su hija Julia para aclarar la situación de esas tierras y esa casa que han pasado a pertenecerle una vez fallecido Antonio, su hermano mayor, de quien llevaba años distanciado. Su intención es romper definitivamente los lazos con el pasado, vendiendo todo aquello. Pero su hija intentará convencerlo del valor único de unos terrenos que, de ser vendidos, serían engullidos por la voracidad inmobiliaria. Y, sobre todo, quiere mediar entre su padre y la memoria del hermano difunto que preservó aquel patrimonio. Para ello intentará reconducirlo hasta los testimonios que Antonio fue atesorando y plasmó en las viñetas donde ha esbozado las historias compartidas. Al hilo de ellas irá rememorando las vivencias infantiles, en las que no faltan los momentos duros, incluso trágicos, de una familia que -como tantas otras en la década de 1950- hubo de emigrar a la ciudad huyendo de los amargos recuerdos de la guerra civil, en busca de una vida mejor.

1 Críticas de los lectores

8

Estupendo libro. Toda una sorpresa. Un magnífico paseo por el sacrificado mundo rural: plagado de malos recuerdos, de amargos sinsabores, de angustiosas ataduras... Pero también de instantáneas gozosas, de emocionantes vivencias, y de divertidas anécdotas. Un reencuentro para reconciliarse con el pasado -a modo de cómics o de tiras ilustradas- en el que el mal llamado progreso asoma los bigotes, esbozando una bonita estampa de lo que fueron -en un determinado momento-, los pueblos de nuestra "piel de toro". Agustín Sánchez Vidal no es Delibes. No tiene ni su aspereza, ni su gran pesimismo vital. Pero si es un gran escritor, que plasma con sencillez y con seco lirismo, esa cruda y bella realidad de la comunidad agraria de los años 40 y 50 en España.

hace 7 años