La noche, frontera constante en que todo movimiento es una fuga, tiene este viernes su epicentro en la disco Saturno, frente al parque Lezama de Buenos Aires. Los deseos arden allí, entre la luz artificial y la sombra, ingenuos como el robo que planean Rolo, Germán y Gisela, o puramente extremos como el frenesí de la nieve -blanca, negra, rojo sangre-. El poeta Bruno y los transformistas Glam y Gogó, la certera Lisa y el aplicado Cerebro: todos buscan salvarse de algún modo, perpetuar en sí mismos esa noche siempre traidora, durar mientras no venga el amanecer a desnudarles la reseca o desmaquillada máscara. Vera Land maneja la aventura de sus personajes como ellos mismos el plomo ocasional de una bala, las sustancias alucinatorias o el simple instinto del sexo en cuyo espejo se esfuma un amor que nadie busca: velocidad, nitidez, imaginación y una memoria quién sabe sí soñada o secreta.