En el Londres de los años treinta, los burgueses solían adornar su hogar con una planta originaria de China, la aspidistra, símbolo de una existencia desahogada, agradable..., valores que, para Gordon Comstock, el protagonista de esta hilarante novela, no merecen sino desprecio. Gordon es un brillante redactor de eslóganes para una agencia de publicidad. Debería ser feliz: le gusta su trabajo y tiene una prometedora carrera por delante; Rosemary, su novia, le quiere y le admira. Sin embargo, a Gordon le acucia una secreta insatisfacción: en realidad, se siente poeta, y sabe que se está traicionando a sí mismo. Un día lo lanza todo por la borda: deja su trabajo, comienza a escribir un libro, vive al día y cultiva su vocación de artista... Pero las delicias de la vida bohemia pronto se transforman en las desventuras de la pobreza, pues, como poeta, es más bien mediocre, y los triunfos literarios se hacen esperar. Embarcado en una lucha personal contra la deshumanización de una sociedad basada en la explotación, Gordon se siente arrastrado hacia la soledad y la marginalidad. Sólo Rosemary sigue siéndole fiel...