Los relatos y poemas de Nueva California componen un pequeño atlas emocional: desde la discoteca de Fraga, en la linde de los Monegros, a una bolera nocturna de Shanghai o la vista de las afueras de Zaragoza desde la ventana de un piso. Nueva California trata de la búsqueda de paraísos con un periódico debajo del brazo, de la ilusión por la civilización y la confianza en que el conocimiento acabará por explicarnos del todo: una mezcla del Spinoza más iluminado, la celebración de la amistad propia de los poetas Tang y las páginas de viajes arrancadas de los suplementos. Nueva California también trata del amor y sus faltas de concordancia pues, pese a todo lo que nos han enseñado, quizá el dolor no sea una premisa necesaria.