Es esta una novela magnífica. No en vano, desde su publicación en 1990 alcanzó un estatus de culto que hace más desconcertante el hecho de que no se haya vertido al español hasta ahora. Atalanta es el gran culpable de que por fin esté en español, una acertada decisión para el cuidado y sibarita catálogo de esta editorial. Se trata de una novela que contiene en sí misma mucho más: un fascinante y elaborado tratado sobre un arte tan misterioso como esquivo y subyugante: la alquimia. Son dos diarios sucesivos pero simultáneos, el de un vicario, Smith, que busca la consagración del Opus Magnum, la cacareada piedra filosofal —Mercurius—, y el de Eileen, que encuentra las notas del vicario y elabora su propia interpretación, de corte jungiana, sobre los hallazgos y desvelos del primero. Ambos diarios los enmarca un tercer narrador, P. —Harpur—, que contextualiza y ofrece sus propias aportaciones a los dos primeros. En los diarios se entremezclan los devaneos filosóficos y espirituales en torno a la alquimia con la novelización de sus protagonistas, en un medido equilibrio que fusiona lo narrativo con lo ensayístico, dejando respirar lo segundo con lo primero, y que se convierte en una apasionante búsqueda de la alquimia, de lo primordial, de las propias raíces espirituales y místicas de la existencia. Una advertencia: no se trata de un libro de lectura fácil, aunque en ningún caso se convierte en un tostón. Es un libro que ofrece y alumbra conocimiento, y como tal, hay que adentrarse en él, trabajarlo, y extraer todo su jugo. Un jugo que tiene a raudales. (Carlos Cruz, 2 de marzo de 2015)
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