El mejor libro de misterio que he leído en mi vida se llama Los asesinatos de la casa decagonal. ¿Qué tiene que tener una novela de asesinatos para ser considerada genial? Bajo mi punto de vista, lo principal es que sorprenda; que tenga una trama potente, bien armada y creíble; que todos los puntos queden correctamente explicados cuando se desvelen los misterios; que los personajes estén bien definidos, con personalidades propias que permitan al lector diferenciarlos con claridad; que permita que pasado el tiempo siga siendo válida y actual; que el lector participe del misterio siendo investigador, tratando de descubrir antes de la página final cómo se ha podido llevar a cabo cada acción misteriosa y quién o quienes han podido realizarlas. Esta novela tiene todo eso y más, por eso es impresionante.
El libro comienza con un prólogo en voz de alguien que explica que está a punto de atribuirse el papel de “dios”, que tiene meticulosamente preparado un plan para asesinarlos a todos porque los odia amargamente, un plan que incluye una trampa con diez lados. A partir de ahí, ya nos presentan a un grupo de estudiantes que forman parte del Club de Misterio de la Universidad K en su viaje morboso a una isla donde hace algún tiempo se cometieron unos terribles crímenes no esclarecidos totalmente todavía. Van a alojarse en la casa decagonal. La isla no tiene más habitantes, ni más edificaciones. Está rodeada de acantilados y no hay ningún sistema para comunicarse con el continente. Su idea es pasar allí una semana completa.
Dado que la novela es todo un homenaje a los autores de misterio clásicos, especialmente a novelas de Ágatha Christie como Diez Negritos (esa a la que le han cambiado el nombre por Y no quedó ninguno, aun cuando el título hacía referencia a unas pequeñas estatuas), los jóvenes que van a la isla también adoptan sobrenombres anglosajones, igualmente como homenaje a los autores a los que admiran y estudian en su Club de Misterio.
El autor, Yukito Ayatsuji, premiado con el Mystery Writers of Japan Award, ha sido considerado el máximo exponente de movimiento honkaku moderno japonés, que representa el subgénero de la ficción de misterio basada en las reglas clásicas, del estilo de Agatha Christie, Ellery Queen, John Dickson Carr, Gaston Leroux… Él mismo califica su obra de ingeniosa. Y lo es; es un juego intelectual entre el lector y el escritor, una carrera de ingenios.
Como decía, todos los personajes están perfilados perfectamente, muy trabajados y muy pensados. Es una novela dinámica, muy ágil, que no da un respiro, que envuelve en esa atmósfera especial que ha pensado el autor: acción rápida, contrarreloj, evitando lo superfluo. No solo las localizaciones están justamente descritas, exentas de florituras innecesarias, sino que además el libro incluye ilustraciones de las mismas para que esté absolutamente claro cómo es la casa, cómo es la isla. No quiero desvelar ni la más mínima pista, pero recomiendo al lector leer cada palabra con detenimiento, no perder detalle, no saltarse ni una letra, porque todo, absolutamente todo, aunque pueda ser una pista falsa, una trampa, será importante al final, cuando se desvele todo. Precisamente la revelación de los misterios, la aclaración definitiva, es otro punto fuerte del libro. No queda nada al azar, todo encajará a la perfección. Tal y como decía al principio, es el libro de crímenes más potente y mejor pensado que he leído nunca. (Muñoz, 27 de noviembre de 2024)
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