Si al despertarse, Simón Corona se hubiera vuelto a su casa, los crímenes de Las Poquianchis habrían permanecido ocultos. Pero el destino tenía escrita otra historia. El reencuentro con Serafina Baladro, su amante, le costará a Simón Corona cuarenta y ocho balas de calibre reglamentario, y aún así se librará de la muerte. Pero también le valdrá una confesión ante el inspector Teódulo Cueto: una vez ayudó a Serafina y a su hermana Arcángela a trasladar el cadáver exhumado de una mujer. La obra maestra de Jorge Ibargüengoitia es la extraordinaria recreación de un caso real que conmocionó el México de los años 60, cuando aparecieron varios cadáveres de prostitutas en distintas propiedades de las dos madame, dueñas de tres burdeles.