El autor quiso hacer alarde de erudición y lo logró, pero también logró oscurecer la historia haciendo que el relato sea confuso y cueste mucho trabajo avanzar en su lectura, es como verlo a través de un vidrio empañado. Para tal fin no le alcanzó con el idioma castellano y los neologismos criollos, sino que tuvo que inventar nuevos términos, según lo confiesa o advierte el propio autor en la introducción del libro. Alguna vez leí que en un libro no se debe notar que el autor escribe con el diccionario en la mano y aquí se nota mucho, dando como resultado un texto sobrecargado y barroco. Las historias hubiesen sido interesantes si se las abordaba de otra manera. Da la impresión que Lugones se dio cuenta de esto y los últimos episodios son un poco más fluidos (¿o será que me terminé acostumbrando?).
hace 3 meses