Esta novela, escrita con información de primera mano y con nombres reales, es una crónica de las luchas literarias que acontecieron en la Transición y que generaron la nueva «modernidad» española. Con una sorprendente calidad literaria, entre tertulias bohemias propias de una época, el autor se inspira en la figura del poeta granadino Javier Egea y su entorno literario, como símbolo de los poetas malditos que no renunciaron a sus principios. La "posmodernidad" de la Transición supuso el final de muchas ilusiones transformadoras; Egea no quiso adaptar ni su vida ni su obra a dichos postulados acomodaticios: "Los solitarios son esos que le dicen a su amada: me quedo solo pero no me vendo». Esta biografía novelada está dedicada a su memoria y a la de todos aquellos que se resistieron al «cambio» aun pagando el alto precio del aislamiento.