La historia más difícil de narrar es la protagonizada por los que no tienen historia, gentes como los camareros, la panadera, el frutero del barrio o los desempleados de la vida, apuntados a la lista del desahucio absoluto. No tienen conquistas ni victorias que contar, seguir vivos es su único y genial mérito.
Lucas observa los habituales de Sanlúcar, quiere conocer su peripecia, escribir sobre ellos. ¿Lo logrará?
Ni los personajes de Los pobres ni nosotros mismos dejamos huellas rastreables en la prensa ni en los archivos, y cuando lo hacemos no suelen conducir a un buen destino. Sin embargo, ellos y nosotros somos la mejor forma de resistencia pasiva ante la adversidad de las semanas y el desgaste de los años.
Felipe Alcaraz da voz a los silenciados por la cochambre televisiva y la mugre política, tiene las agallas suficientes para señalar la perversión de un sistema que, pese al rugido de la pandemia y a los miles de muertos, puso a los sin nombre, a todos nosotros, a trabajar. No importaba la curva de los contagios, importaba la curva de ventas de esto o aquello, llenar estadios.
En Los pobres se dan cita nuestros vecinos y conocidos, los de a pie. Escribir sobre ellos es difícil, es escribir sobre la nada y los nadie. Por ello, por poner en valor la vida anónima del universo Sanlúcar, recomiendo la lectura de la novela. (Jorge Juan Trujillo, 25 de noviembre de 2021)