Oliver Sacks evoca en este libro de memorias su niñez en Inglaterra. El ruido que hace al caer una pequeña barra de tungsteno será la llave proustiana que abra las puertas del recuerdo. Durante la Segunda Guerra fue enviado a un internado que resulta ser un dickensiano infierno de hambre y penurias. Cuando regresa a Londres, Oliver encuentra su personal salvación en el absorbente mundo de la ciencia, con el que consigue dar otra vez orden y sentido a su vida. Lo inicia su tío Dave, el "tío Tungsteno", dueño de una fábrica de bombillas eléctricas. Y así, totalmente absorto en la física y la química, se construye su peculiar paraíso intelectual.