Sorprende, cuando uno tiene por primera vez el volumen con las memorias de Andre Agassi, la cantidad de elogiosos extractos de reseñas que pueblan la contraportada y las solapas del libro. Podría esperarse que sus páginas sean como mínimo entretenidas e incluso apasionantes, pues la vida de un campeón del tenis, varias veces número uno, ganador de ocho Grand Slams y oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta, por fuerza, con un mínimo de pericia narrativa, debería de ser atrayente. En este tenor parecen orientarse los testimonios de gente como Rosa Montero o Juan José Millás, que inciden en el carácter absorbente de sus páginas. Pero alguno incluso bordea la hipérbole: Alessandro Baricco llega a afirmar que es «el mejor libro que he leído en la última década». ¿Para tanto da la autobiografía de Agassi —firmada por él, aunque escrita en colaboración con el premio Pulitzer J.R. Moehringer—? La respuesta es que sí. Resulta electrizante leer una vida que es casi una novela, el apasionante dilema interior de su protagonista, un campeón de tenis que, como afirma repetidamente, detesta el tenis; deporte al cual, desde niño, consagró su vida empujado por su padre. La autobiografía se convierte en un largo viaje de maduración, de tensiones, de caer y levantarse, de luchar consigo mismo, de la formación de un carácter único que seduce a todo aquel que se adentra en sus páginas. Y de aquí viene la mejor virtud del libro: disfrutarán de él tanto los aficionados al tenis o al deporte —la vida de Agassi es el tenis, y así la autobiografía se abre temporalmente con sus primeros entrenamientos y se cierra con su despedida en el Open de Estados Unidos de 2006—, como el lector exigente y curioso, pues con facilidad se dejará arrastrar por el conmovedor relato de la lucha interior de Agassi, un desnudamiento de alma y espíritu que trasciende la biografía deportiva al uso. (Carlos Cruz, 18 de febrero de 2015)
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