Una novela magnífica. Me ha gustado mucho.
hace 1 añoEn la Nochebuena de 1995, el mejor amigo de Miguel Ángel Hernández asesinó a su hermana y se quitó la vida saltando por un barranco. Ocurrió en un pequeño caserío de la huerta de Murcia. Nadie supo nunca el porqué. La investigación se cerró y el crimen quedó para siempre en el olvido. Veinte años después, cuando las heridas parecen haber dejado de sangrar y el duelo se ha consumado, el escritor decide regresar a la huerta y, metiéndose en la piel de un detective, intenta reconstruir aquella noche trágica que marcó el fin de su adolescencia. Pero viajar en el tiempo es siempre alterar el pasado, y la investigación despertará unos fantasmas que creía haber dejado atrás: la infancia marcada por la Iglesia, el pecado y la culpa; la presencia constante de la enfermedad y la muerte; el universo opresivo y cerrado del que un día consiguió salir. Y con ellos emergerá también la experiencia de una nostalgia contradictoria: la memoria de una felicidad velada, el reencuentro con un origen injustamente sepultado. Una conmovedora novela sobre la colisión de dos mundos y dos modos de vida. Una soberbia narración a dos tiempos que nos adentra en una España profunda e inexplorada. Un ajuste de cuentas con el pasado. Pero, sobre todo, una sutil e incisiva meditación acerca de la ética de la literatura, que, como en algún momento dice el narrador de esta historia, nos hace tomar conciencia de que «escribiendo no siempre se gana, que a veces también naufragamos ante el dolor de los demás».
Una novela magnífica. Me ha gustado mucho.
hace 1 añoHace veinte años, mi mejor amigo mató a su hermana. Con esta frase comienza “El dolor de los demás”. Como inicio de la sinopsis del libro tenía tanto la opción de reproducir esa frase como la de hacerlo con los calificativos que la obra me merece: magistral, obra maestra, llamada a ser un clásico… Contar, a modo de novela, el proceso de investigación de unos hechos –criminales o no-, se admite como una variedad de la ficción desde que Truman Capote hizo lo propio con “A sangre fría”. En nuestra literatura contemporánea, Javier Cercas irrumpió en 2001 con “Soldados de Salamina” utilizando la misma técnica, fórmula que repitió en “El impostor”, que narraba su indagación sobre Enric Marco, falsa víctima del holocausto y, más recientemente, en la soberbia “El monarca de las sombras”, donde el catalán de origen extremeño cuenta cómo investigó la historia de un tío abuelo suyo muerto en el bando nacional. La clave para que a una historia de ese género, aparte de conseguir enganchar al lector con el desarrollo de la trama, se le pueda atribuir calidad literaria, quizá se halle en la habilidad del autor a la hora de saber describir las sensaciones que experimentó durante ese proceso y la manera con la que aquel dio lugar a un cambio en las ideas preconcebidas que podía tener, sobre los hechos investigados, antes de comenzar la historia. En la nochebuena de 1995, una joven es asesinada en los Los Ramos, en una casa a las afueras de la pedanía. El protagonista recuerda cómo se despierta la mañana de navidad en medio del espanto de los vecinos de su carril de la huerta anunciando que la muchacha ha sido asesinada y se han llevado a su hermano. Pocas horas después, la consternación se ve aumentada pero, sin embargo, enseguida da paso al silencio al irse deduciendo que ha sido el propio hermano quien le ha dado muerte y se ha fugado. Ese mismo día, encuentran su cuerpo después de que el asesino se suicide. Miguel Ángel Hernández, hoy profesor de Historia del Arte en la Universidad de Murcia y entonces un joven de dieciocho años que no había conocido el mal y que corrió un velo en torno a los hechos para sobrellevar el malestar provocado por saber lo que había hecho su mejor amigo de la infancia, se propone escribir sobre los hechos dos décadas después. Maestría a la hora de utilizar el ambiente húmedo y frío de la huerta la mañana de navidad para crear atmósfera de misterio narrando cómo fueron los dos días posteriores al crimen. Habilidad para contar de forma dosificada las entrevistas que mantuvo con quienes vivieron los hechos de cerca. Y ausencia total de pudores para describir los sentimientos que aquel joven experimentó y agudeza para conseguir que el lector se ponga en su piel sintiendo lo mismo que él. Quien haya leído la novela no podrá volver a visitar el área de huerta que forman las pedanías de Los Ramos, Beniaján y Algezares sin sentir inquietud al recordar la historia que Hernández plasma en su libro. La obra ya comienza a citarse por muchos lectores como digna candidata al Premio Nacional de Narrativa de 2018, el mismo galardón que fue concedido en 2016 a “Patria”, de Fernando Aramburu, y en 2017 a “Los pacientes del doctor García”, de Almudena Grandes. A título personal, el mejor libro que he leído en el año 2018 y de los mejores a lo largo de mi vida. www.antoniocanogomez@wordpress.com
hace 2 añosBastante decepcionante. Un estilo muy ramplón y bastante artificioso para una historia que se ve demasiado tomada a la fuerza para sacar un nuevo libro.
hace 5 añosMuy buena novela en la que el autor revive un hecho luctuoso que vivió en primera persona veinte años atrás.buscando respuetas que al final se vuelven todo lo contrario. Magificamente reflejados las personas, el ambiente, la huerta murciana de aquellos años y las ganas de salir de allí aún teniendo nostalgia de aquello a la vez. No tengo mas remedio que leer las anteriores novelas de este autor mas que recomendable.
hace 5 añosUna novela, "basada en hechos reales", que intenta ahondar en un suceso ocurrido años atrás en el entorno del autor. Una investigación que le llevara a hurgar en heridas no cerradas del todo, haciendo que a lo largo de esta, se vaya dando cuenta y poniendo el foco en la gran olvidada de esta historia, la victima que se estaba quedando en segundo plano. La formar de narrar la historia es un punto fuerte. Lectura más que recomendable.
hace 6 añosMe vi atrapada por el título, y aunque ya tenía alguna información adicional antes de iniciar su lectura, pues había escuchado una entrevista del autor en la Cadena Ser, eso fue lo que me empujó a comprar el libro. Más tarde tuve la oportunidad de asistir a la presentación de la novela en Valencia, y escuchar del propio autor los sentimientos que le llevaron a escribir esta historia y las distintas etapas emocionales por las que atravesó es un lujo, porque cada vez que leía algún párrafo citado de boca del escritor, la historia lejos de perder intensidad y emoción, por el contrario aumentaba las sensaciones. Un libro emocional, de principio a fin, y aunque tiene un inicio impactante: ‘Hace veinte años, una Nochebuena, mi mejor amigo mató a su hermana y se tiró por un barranco'; uno de esos inicios que a Kafka le hubieran entusiasmado, que te golpean como un martillo y quieres seguir leyendo, a pesar de que en esa frase inicial está todo contado, como ocurre con 'El túnel' de Sábato: “Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona”. Tal vez quien no haya oído hablar de la novela piense que es una especie de Truman Capote a la murciana, un 'A sangre fría' de la huerta; pero no, en absoluto, 'El dolor de los demás', es otra cosa: enfrentarse a los fantasmas del pasado, hacerse preguntas sin respuesta y encontrar otras muy distintas de las que se buscaban en un principio. Recomiendo encarecidamente que lean esta novela. No les decepcionará.
hace 6 años