Bestias de una pequeña tierra, de Juhea Kim, es una gran epopeya de amor, guerra y redención que recorre cincuenta años de historia coreana.
La novela comienza en 1917 con un cazador siguiendo unas huellas en la nieve. Espera que pertenezcan a alguna presa con la que poder alimentar a sus hijos, pero resultan ser de un tigre tan hambriento como él. Ese encuentro marcará el destino de su familia.
Un año después, Jade, una niña de diez años es vendida por su madre a una casa de cortesanas en Pionyang. Con ese dinero su familia podrá subsistir unos meses. Si Jade es lo suficientemente bella e inteligente recibirá una exquisita formación que, años después, le permitirá comprar su libertad.
La muerte de su padre obliga a JungHo a mudarse a Seúl. El pequeño sobrevive mendigando y cometiendo pequeños robos junto a otros huérfanos, hasta que conoce a Jade. Entre ellos se forja una unión tan fuerte que JungHo se promete a sí mismo que se convertirá en un hombre poderoso para poder merecerla.
Esta magnífica historia transcurre en Pionyang, Seúl y los bosques boreales de Machuria. En cada uno de esos escenarios, los protagonistas forjarán sus destinos mientras se juega el de su país, convertido en colonia japonesa.
La escasez de alimentos, la explotación laboral y la terrible represión a cualquier oposición al régimen nipón dieron comienzo a una revolución apoyada por Rusia y China, que, décadas después, terminaría dividiendo el antiguo reino en dos países muy diferentes.
En ese avispero político seremos testigos de cómo Jade y JungHo llegan a la edad adulta de maneras muy diferentes: Jade convertida en una prestigiosa bailarina, tras comprar su libertad; y JungHo transformado en la mano derecha de uno de los líderes comunistas.
Me ha encantado la manera en la que Juhea Kim narra esta desgarradora historia. Con un lirismo sublime, nos sumerge en una historia de amor, amistad, guerra y redención; los protagonistas harán lo posible por sobrevivir en ese entorno hostil en el que, a veces, pesan más las pérdidas que la esperanza.
Destacaría de la novela no solo la parte histórica, sino también esas leyendas que salpimientan la trama y nos permiten conocer mejor la cultura coreana. También la resilencia de una nación que luchó hasta su último aliento por defender su libertad.
Una bella y triste historia que nos muestra que los amigos pueden volverse enemigos y los enemigos en salvadores. También que las bestias a las que hace referencia el título no son solo animales salvajes, sino que pueden adoptar las más diversas formas.
Me quedo con una frase que resume la que, en mi opinión, resulta la parte más bella de la narración: “La vida solo es soportable porque el tiempo te hace olvidarlo todo. Pero la vida merece la pena porque el amor te hace recordarlo todo.”
Si os gustan las buenas historias y queréis aprender sobre el pasado de Corea, no es perdáis esta preciosa novela. (Ana García, 24 de enero de 2023)