BELTENEBROS. Antonio Muñoz Molina. El invierno en Lisboa fue maravillosa, un gran descubrimiento. Ardor guerrero una crónica lúcida y magníficamente escrita. Pero el El jinete polaco ya me decepcionó, no pude con él. Y esta novelita negra me pasa lo mismo. Cargada de un lirismo que rechina (como si el escritor nos quisiera dar a entender que escribe muy bien), no parece adecuado para un asesino a sueldo disponer de tamaña prosa poética, y por eso se atasca como si sus pies caminaran por una duna sahariana. Lenta, cadenciosa, alarga las frases en las situaciones más simples y la narración, de un argumento lineal, no parece arrancar nunca. A mí me ha aburrido tremendamente, deseaba llegar a la última página y acabar de una vez, importándome poco o nada quién era Rebeca Osorio, su hija, o el tal Beltenebros, que ahora mismo, palabra, no sabría dónde ubicarlo en la novela.
hace 5 años