Hurgando entre los cada vez más caóticos libreros de la Gandhi Monterrey, me topé con “Arrancad las semillas, fusilad a los niños”, la primera novela publicada por Kenzaburo Oé, en una edición publicada en Anagrama en 1999,.
“Arrancad las semillas, fusilad a los niños”, Kenzaburo Oé (único japonés galardonado, junto a Yasunari Kawabata, con el premio nobel de literatura), nos cuenta las desventuras de un grupo de delincuentes juveniles que, a finales de la segunda guerra mundial, son evacuados de su reformatorio para tras una penosa travesía, ser abandonados por sus carceleros en un pueblo perdido entre las montañas, donde supuestamente los pobladores se harían cargo del cuidado del grupo de adolescentes.
El caso es que casi inmediatamente, los habitantes del poblado, ante la muerte de varios animales y dos seres humanos, temerosos de que se desate una epidemia, abandonan la aldea, dejando al grupo de 15 jóvenes encabezados por el narrador - y por Minami, solos, pero sin posibilidades de abandonar el poblado, por lo que intentaran reaccionar uniéndose para construirse una vida independiente y digna.
Sin embargo, sus intentos se estrellaron ante la ignorancia y el odio de los pobladores, pobres campesinos que al confirmar que nuestros jóvenes no fueron víctimas de una epidemia, quizá inexistente, se deciden regresar y ahí es donde se muestra las reacciones de los adultos, que temerosos de ser acusados del abandono, muestran el lado más violento, miserable y egoísta de los seres humanos.
Novela dura, sin concesiones, que muestra las consecuencias de las guerras: hambre, suciedad, frío, injusticia, muerte, traición, odio, desilusión, violencia, ignorancia, desesperanza, miseria.
Kenzaburo Oé publicó “Arrancad las semillas, fusilad a los niños” a los 23 años, en 1958, y ya desde el título nos despierta el interés y nos conecta de una manera absorbente con la historia, que se las recomiendo a morir, pues es una lectura ideal, humana y dolorosamente bien escrita.
hace 4 años
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