La península Ibérica, gracias a su singular emplazamiento en el extremo SO del mundo occidental, delimitando los confines del Mediterráneo por las míticas Columnas de Hércules, ha sido un territorio muy codiciado por los pueblos que, a lo largo de los tiempos, han llegado a nuestra geografía en su deseo de colonizar el territorio. Sin embargo, lejos de influir sobre lo autóctono, no han tardado en impregnarse de los valores de los pueblos de Iberia, asumiendo su responsabilidad y aceptando el hecho de adaptarse, en poco tiempo, plenamente integrados con los pueblos nativos (los celtas se convirtieron en celtíberos; los fenicios, en cartagineses; los romanos, en hispanos; los árabes, en hispano-musulmanes; los judíos, en sefardíes, etc. etc.). Fruto de esta aceptación de los valores autóctonos, es la riqueza cultural que flota en el ambiente de nuestra geografía, tanto peninsular como insular; un patrimonio que está en los pueblos, en las comarcas, en las ciudades, en las gentes, pero que, en la mayoría de los casos, se ofrece al viajero –y no al turista– interesando por descubrir alguno de los elementos que forman parte de esa otra historia, la heterodoxa, la que fue prohibida por los poderes fácticos de los tiempos, en forma de claves, símbolos. La presente obra pretende facilitar al viajero esas claves, que le permitirán interpretar algunos de los conceptos condenados de nuestro pasado, que subyacen debajo de la piel de la historia oficial, a través de símbolos, y siguiendo unas rutas que aconsejamos realice con los sentidos bien despiertos.