Es una obra inabarcable que retrata la idiosincrasia histórica y mítica de nuestra piel de toro. Su complejidad deriva de todo lo que abarca. No hay comparación posible con ninguna otra.
Tiene diferentes niveles de lectura. Se puede pasar de puntillas sobre ella o profundizar y perderse en un bosque de espesura, de troncos caídos que parecen imposibilitar el paso pero, en cambio, al esforzarnos nos encontramos con otro paisaje aún más bello. Una puerta conduce a otra y ésta a otra. Increíbles son los acogen cimientos que atesora Sánchez Dragó.
Sí queremos continuar las vías que abre, la obra, te exige implicación y ansias de saber. Los caminos estarán cargados de historia, filosofía, etnográfica, el fenómeno religioso...
A mí me fascinó desde el principio. Reconozco que le dediqué tiempo y que aún podría haberle dedicado más. Tardé en leerlo cinco meses.
Hay una parte que me abrió la puerta a visitar Soria. Me perdí en sus paisajes en sus gentes y en unos parajes que me enamoraron, descubrí joyas minúsculas pero gigantes artísticamente como San Baudelio de Berlanga, San Saturio.... Me perdí en las parameras, en la tierra de Pinares, en el Moncayo y me emocioné con Machado. Hoy día creo que ha sido el viaje por el solar hispánico más bello que he hecho, y se lo debo a este libro.
No tengáis miedo a su envergadura y disfrutadlo.
hace 4 años
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