Me ha gustado bastante en muchos aspectos. Aunque no llega a El guerrero a la sombra del cerezo, he de comentar que las aventuras del rastreador Asaemon Hikura, las mujeres del clan Kuroda (Yumiko y Nanami), o del samurai caído en desgracia Ryo Aratami, me ha cautivado desde el principio. Al principio no le cogí el quid a las dos historias paralelas y confié en que en algún momento se entrelazarían, pero en cuanto así ocurre es de esas novelas que te enganchan y hacen que le hurtes horas al dormir o el salir a la calle. El lirismo, bello en muchísimos momentos, sobre todo al describir los paisajes, se entronca muy bien con las escenas de acción, descritas de tal forma que hacen que te sumerjas en ellas con riesgo de recibir algún katanazo que es escape sin querer. Se nota a un escritor ya asentado, experto seguro de si mismo en la escritura, que ya no es una joven promesa sino una realidad, que se desenvuelve muy bien en el tema que nos trata: el mundo samurai y las intrigas existentes en los distintos clanes. Solo hay una cosa que no me ha gustado aunque es de recibo añadir que David Gil no tiene culpa de ello, sino la editorial: por un lado se agradecería (como en otras tantas novelas históricas actuales) que hubiera un mapa de situación y que en esta novela en concreto el glosario final estuviera completo del todo porque a veces aparecen palabras en cursiva, en japonés, que al buscarla en dicho glosario no aparecen. En ambos casos, para situarme en el mapa y encontrar esas palabras perdidas no he tenido más remedio que buscar por internet (repito, culpa de Suma de Letras).
hace 8 meses
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