Un zapatero aficionado a Nietzsche, una gata negra, y abandonada por alguna absurda superstición, un estornino de mirada profunda, los recuerdos de juventud al compás del calabobos que cae sobre la claraboya. Esta novela, si bien de corta extensión, admite, sin embargo, diversas lecturas. Una ligera, superficial, para todos los públicos si se quiere, y otra más trascendente, para los detallistas, con reminiscencias filosóficas, ontológicas, míticas incluso. Una apuesta por la prosa al estilo Saramago, aderezada con toques de Torrente Ballester, pero con una visión renovada y fluida que engancha desde el principio, un bello cuento para leer despacio, paladeando cada palabra.