Reseñar a Conan Doyle resulta arriesgado e innecesario. Arriesgado, por no caer en los tópicos a la hora de destacar aspectos que todo lector más o menos habitual ha constatado. E innecesario, porque una reseña busca ofrecer al lector un criterio a la hora de enjuiciar un libro, y ante cualquier novela de Holmes como protagonista se pueden encontrar fuentes de sobra con las que satisfacer esa curiosidad. Si el punto de partida consigue dejar al vilo por la originalidad del planteamiento (un perro ha asesinado a varios hombres durante varias generaciones como consecuencia de la maldición que cayó sobre un antepasado de todos ellos), el sabor del Londres victoriano tiene, si cabe, más atractivo que lo anterior para seguir leyendo. El viaje de Watson a la mansión epicentro de los hechos, y el retrato de la Inglaterra rural y misteriosa, consiguen ofrecer un aliciente más. Pese a que en la segunda mitad se pierde en las típicas disquisiciones y exceso de pistas sin trasfondo psicológico de los personajes, nadie puede negar a Conan Doyle haber sido el precursor de un canon narrativo. www.antoniocanogomez.wordpress.com
hace 4 meses