Cuando tu vida tiene más pasado que futuro, como la mía, y cuando formas parte de una familia numerosa, como la mía, es fácil encontrar puntos en común con Sedaris. No todos, obviamente. Está claro que su nivel económico dista mucho del mío, no tengo casa en la playa en la costa este de Estados Unidos, ni cottage en Sussex ni me puedo ir de compras locas a Tokio. Tampoco es un libro con el que estar riéndote constantemente, como había leído por ahí. Pero es divertido. Y a veces es lo que una necesita. Aunque a veces Sedaris sea absurdo o directamente gilipollas (lo de guardar el tumor para dárselo de comer a la tortuga, por ejemplo), a mí me ha hecho reír al menos en un par de ocasiones. Mención aparte merece el capítulo en el que va de compras por Tokio. Gastarse ese dineral en ropa espantosa (él mismo dice que es horrible) y luego racanear con ONG o en la campaña presidencial de Hillary Clinton, o simplemente, viendo cómo está el patio mundial, escribir un capítulo que podrían haber escrito las Kardashian... pues no... Sobra, le hace parecer mezquino y derrochador. En fin, un libro desengrasante. Además me lo he leído en papel y me encanta ese tacto de los libros de Blackie Books.
hace 4 años