Un cielo teñido de rojo, surcado de rayos que no culminan en tormenta, un ser descubierto en una cárcel que parece ser un ángel al que han arrancado las alas.
Así da comienzo Caen Estrellas Fugaces, con un prólogo que sirve para hacernos entrar en situación casi al instante, con una revelación final que te atrapa con tanta fuerza, que es imposible no devorar una página tras otra.
Tras ese inicio que hace que agarres con más fuerza el libro, inmerso de lleno en el misterio, llega la presentación de los personajes principales, o con más peso dentro de la novela, cada uno de ellos introducido de formas diversas, pero todas con impacto.
La primera es Elisa Polifeme, la adivina ciega que causa sensación en la alta sociedad de Madrid gracias a sesiones de espiritismo, como la que sirve de entrada en el primer capítulo. En ese ambiente de ricos, aburridos y curiosos, que se reúnen para jugar con fuerzas que no entienden, narrado con fluidez, descrito de forma precisa pero sin resultar pesado, llegando incluso a escuchar el golpear de la mesa al mismo tiempo que se desarrolla la escena.
Borracho, adicto al láudano, tullido a causa de una enfermedad. Leónidas Luzón tiene, no obstante, una primera aparición que mostrará mucho sobre el otro gran protagonista de la historia: inmerso en un duelo a causa del maltrato a un perro, que ni siquiera es suyo. Duelo que también sirve para presentarnos al Conde Del Fierro, un hombre de métodos crueles, pocos escrúpulos y el claro antagonista de la obra.
El discurrir de los tres se cruzará y entrecruzará a medida que se desarrolla la historia, gracias sobre todo a los sucesos del prólogo y a la aparición de ese ángel caído en la carcel de Saladero. Allí terminará Leónidas Luzón, arrestado tras su duelo, reencontrándose con su anterior amigo Gabino Echari, vicario de la sede episcopal, que acude a la prisión en busca de respuesta. Las visiones de Elisa la empujan en esa misma dirección, impulsada por una amenaza de sangre y muerte.
El ángel caído, Nadya, inicia un motín de la prisión tras su primer encuentro con Elisa y Luzón, que termina con la muerte de numerosos guardias y presos, marcando el final a la introducción de los personajes.
La segunda parte de la novela toma lugar con la búsqueda de Nadya por las calles de Madrid. Del Fierro lanza tras ella a una pareja de matones, al mismo tiempo que un nuevo personaje, el inspector Granada del Cuerpo de Seguridad Pública, se encarga de la investigación sin a aceptar ayuda externa. Por su parte, Luzón va en busca de respuestas, rememorando sus tiempos de abogado del diablo al servicio de la Iglesia, encargado de comprobar, y desmontar, los milagros o actos inexplicables relacionados con la religión, acompañado de Elisa.
El contrapunto de los dos personajes supone uno de los pilares sobre los que se fundamenta el libro: Luzón hombre racional, prácticamente un ateo, Elisa una mujer afectada por sucesos que no puede explicar. Una dicotomía que se hará extensible al propio libro, donde lo real y lo irreal, lo racional y lo inexplicable tendrán cabida a medida que recorremos el Madrid del XIX en busca del ángel caído fugado.
Desde teatros abandonados con antiguas actrices retiradas, a sanatorios de reputación siniestra, un intenso deambular a través de una ciudad que respira, se expande, y donde las revelaciones se entremezclan con misterios, con mentiras, hechos del pasado que vuelven, retorcidos secretos.
Cada respuesta que se nos presenta, abre la puerta a nuevas preguntas, la más importante de ellas la realiza el propio Luzón, ¿qué es la Sociedad Hermética? Nombre que sale a relucir en más de una ocasión, entre logia y sociedad secreta, con aficiones oscuras, métodos brutales y con una influencia que llega hasta la misma Isabel II.
El tandem literario de Jose Gil Romero y Gorretti Irrisari, no solo cumplen en su debut literario, nos dejan una novela notable, con una enorme facilidad para dejar atrapado al lector desde sus primeras páginas, con una narrativa ágil que no se hace pesada en ningún momento. En mi caso, solo fue necesario el prólogo para no soltar el libro durante los escasos dos días que necesité para terminarlo.
El misterio del ángel caído, de la mujer sin alas, sirve como introducción a una esplendida historia de misterios, de una búsqueda de la verdad en un ambiente, el del Madrid del siglo XIX, que esta dotado de un realismo tal, que uno acaba caminando por las mismas calles y plazas que los personajes.
La ciudad deja de ser el escenario donde se desarrolla la historia, convirtiéndose en un protagonista más, que crece y respira, que al igual que los de carne y hueso, guarda sus secretos y sus rincones oscuros. La mención de calles, plazas, barrios y lugares emblemáticos, incluso para los que no somos madrileños ayuda a la hora de ubicarnos en la acción y, al igual que la inclusión de nombres conocidos de la época, escritores, artistas notables, le dotan de un mayor realismo.
Un realismo que en más de una ocasión chocará de frente con sucesos, actos, que no tienen una fácil explicación. Un contraste que refleja muy bien el contraste entre Luzón y Elisa, los personajes que adquieren mayor relevancia con el avance de la trama, y cuya relación enriquece aún más la novela.
La única pega, si se le puede llamar así, llega al finalizar el libro, por esa necesidad de saber más, de conocer como sigue la historia, y continuar adentrándose en los misterios de Madrid y de la Sociedad Hermética.
Tras leer esta primera novela, solo puedo decir que tengo muchas ganas de tener cuanto antes la segunda.
hace 7 años
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