A la hora de escribir una novela, el autor puede iniciar el camino desde dos puntos de partida. El primero, una idea a transmitir, una moraleja que se desprenda de la historia de ficción que construya. El segundo, plantear historia de ficción interesante ayudada por una imaginación muy productiva a la hora de crear e interconectar personajes. Para transmitir una moraleja o conclusión, suele ser suficiente un argumento sencillo.
Andrés Trapiello, intelectual impulsor de UPyD y simpatizante de Ciudadanos cuando el partido de Rivera era, simplemente, Ciutadans, se distinguió a mediados de la pasada década por ser una voz crítica con el concepto de memoria histórica que reducía aquélla a reescribir la historia simplificándola entre buenos y malos. A través de sus conocidos Diarios, el autor plasmaba y plasma su querencia por una tercera España en su día representada por Madariaga o Suárez, en la época en la que esta novela se escribió, por Rosa Díaz y, a tiempo actual, si bien de forma fallida por su errática política de pactos, por Albert Rivera.
A comienzos del siglo XXI, y en plena efervescencia por recuperar (¿de verdad, “sanar”?) heridas de la Guerra Civil, un profesor universitario vuelve, tras su divorcio, a la capital castellano leonesa en la que nació. En la ciudad, donde se percibe un ambiente cerrado de pueblo grande en el que todos conocen los orígenes de sus vecinos, un hombre aborda al anciano padre del protagonista y le reprocha haber presenciado, sin hacer nada, el asesinato a tiros de su padre durante la contienda en aquella ciudad, entonces zona nacional. El profesor comienza a acercarse al desconocido anciano ocultando ser hijo de quien es, provocando así un distanciamiento con su progenitor al enterarse éste de la labor indagadora del docente, y con la familia del hijo de la víctima una vez que se descubre la farsa.
Trapiello, a través de esta novela breve que en ocasiones adolece de ritmo narrativo, consigue reflejar en el libro sus ideas, en esa época, sobre el empeño por volver la mirada a aquellos años del siglo pasado y logra que el lector finalice la obra sin tener claro quién es el bueno y quién el malo en el triángulo de los tres protagonistas, pero provocando una reflexión, ya sea en un sentido u otro, sobre el dilema que plantea.
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hace 2 años
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